El ogro y la abejita
Había una abejita,
jugando en un trigal,
comiendo cerecitas,
a la orilla del mar.
Corría el ogro ufano,
contento sin pensar,
se acercaba a una cueva,
dispuesto a descansar.
Se cruzó la abejita,
con un ogro desmadrado,
se posó en su nariz,
y le dio un abrazo.
El ogro se alegró,
sacó su sonrisa,
y le dio otro beso,
haciéndola suya.
Los dos sonrieron,
se hicieron amigos
comiendo cerezas
y un montón de fresas.
Eva Colina es escritora, educadora y muchas cosas buenas más.
Abeja en flor. Abejicuentos. |