Nada más salir el sol, le dieron la orden de recolectar diente de león. Se desperezó y salió para recoger su primer cargamento del día, le llevaría cerca de una hora volver a casa con el polen. Cuando ya iba a regresar, vió pasar a una abeja vecina con polen de un peral. Recordó que la consigna de las abejas es ayudar al hombre lo primero de todo.Llegó exhausta a la colmena y empezó a contar a sus compañeras lo que había visto. Al cabo de un rato todas las recolectoras estaban polinizando las flores del peral, que en verano serán peras llenas de sabor y de cariño de las abejas.
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