LA SED
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Abejas recogiendo agua |
No recordaba haber tenido tanta sed en toda su vida, y es que hacía tanto calor, que todo el agua no era suficiente para calmar la sed y mantener la humedad dentro de la colmena. Iba una y otra vez a la orilla de aquel remanso del río, que tenía una playa de arena en la orilla, donde se podía beber aún mejor. Pedía ayuda a otras compañeras cada vez que volvía a la colmena cargada de agua, porque a pesar de que cada vez eran más las que se dedicaban a esa labor en la colmena, no parecía ser nunca suficiente.
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