Reina y obreras |
Ahora ya sólo eran unas pocas las que quedaban al cargo de la Reina , la atosigaban en su labor diaria. Siempre detrás de ella, siempre atentas a lo que pudiera necesitar, sin hacerse notar, sin ruido. Mmmmmm, era tan delicioso el olor de mamá que hubieran ido con ella al fin del mundo, siguiéndola. Aquel día del principio de primavera lo dedicaron a preparar nuevas celdas, unas grandotas en las que luego mamá pondría un huevo del que saldría a los 24 días un zanganito aturdido, que muy pronto estará dispuesto a comer y comer hasta el fin de sus días.
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